Seguro que muchos de vosotros ya habéis saboreado el pan de gambas, que suelen ofrecer en los restaurantes asiáticos. Pues hacerlo en casa sin aditivos artificiales, es muy sencillo y solo necesitamos cuatro ingredientes, harina de tapioca, unas colas de gambas o langostinos, sal y agua.
Tenemos que tener en cuenta que aunque son muy fáciles de hacer necesitan un tiempo de reposo. En alguna ocasión he intentado acortarlo y el resultado no es igual. Si seguís todos los pasos correctamente (sin omitir ninguno) os va a quedar estupendo. Podéis prepararlo con bastante antelación ya que se conservan en un bote hermético durante un tiempo. También se pueden guardar las láminas secas y freírlas en otra ocasión. En nuestra casa no suelen duran más de dos días! ;)
Ingredientes: Con esta cantidad salen bastantes, sobre 250g
- 100g de colas de langostinos o gambas frescas, peladas (sobre 6-7 langostinos)
- 150g de harina de tapioca
- 70ml de agua
- 1 cucharadita de café de sal
- Aceite de girasol para freírlas
Preparación: Retiramos la tripa a los langostinos pelados. Los picamos lo más menudo posible o triturados, reservamos.
Ponemos a calentar una olla al fuego con abundante agua, que nos servirá más tarde para cocer nuestro rollo de masa. También podéis hacerlo al vapor.
En un bol, mezclamos la harina de tapioca, la sal, las gambas y el agua poco a poco, removiendo hasta que se integre todo.
Al principio cuesta un poco y vais a pensar que necesita más cantidad de líquido, pero ya veréis como poco a poco la harina se va humedeciendo hasta lograr una masa que se pega ligeramente a las manos.Formamos un cilindro un poco grueso y lo depositamos en la olla, cuando el agua comience a hervir. Lo cocinamos unos 30 minutos, removiendo de vez en cuando para que no se pegue al fondo, sobretodo al principio.Lo retiramos, una vez haya enfriado lo dejamos en la nevera toda la noche, sin cubrir. Este paso es importante para que se endurezca un poco y luego nos resulte más fácil cortar las láminas finas.Al día siguiente, lo cortamos en láminas, lo más finas posibles, se puede emplear, un cuchillo bien afilado, una mandolina o incluso un pelador de patatas. Cuanto más finitas mejor.
Las vamos colocando sobre una rejilla y las dejamos en un lugar donde le dé el aire o haga calor para que se sequen. Este proceso le suele llevar sobre un día o dos, dependiendo de la temperatura del ambiente. Al tocarlas tienen que estar duras y secas.Las freímos en abundante aceite, sobre los 170º fuego medio-alto, ni muy fuerte, ni demasiado bajo. Le ayudamos a hundirse con la espumadera, solo unos segundos ya que se queman muy rápido.Tienen que quedar blancas. Se echan pocas a la vez porque crecen mucho, luego las depositamos sobre papel absorbente.
Una vez se hayan enfriado las podemos conservar en un bote hermético un par de días. O guardar las láminas secas para freír en otra ocasión.
Qué tengáis una feliz semana!